martes, 29 de junio de 2010

La duda

A cada instante suceden una infinidad de hechos de manera errática e impredecible, o bien de forma premeditada. Sobre estos hechos se pueden conocer o no los efectos posibles. Desde ver un lápiz caer de la mano de una persona (o de uno mismo), como un sismo desastroso en Haití, todos estos eventos forman parte de una realidad cotidiana que los seres de este planeta comparten. Estos hechos generan variabilidad, por ende la modificación del status-quo.

Esta variabilidad percibida hace que las personas se encuentren ante la posibilidad de elegir qué interpretar, y éste es un proceso que en general, se da de manera inconciente. Muchas veces se relaciona con la búsqueda de supervivencia o mecanismos de defensa latentes, que impiden ver más allá del problema. Esto hace que las conclusiones resultantes se limiten a lo que uno elige interpretar de la realidad.

Sumado a esto, aparecen los recuerdos y experiencias previas, que moldean lo percibido (generando la opinión) y llevan a una acción (u omisión) consecuente.

Tomar conciencia de esta variabilidad (que resulta infinita) puede ser un proceso crítico, ya que atenta contra la omnipotencia humana y hace caer la utopía de que existe el status-quo.

La amplitud de la interpretación esta íntimamente relacionada con la posibilidad de dudar acerca de lo que creemos que es.

La responsabilidad incondicional creo yo que se encuentra ligada a este proceso de reconocer que en el mundo existen hechos y situaciones que nosotros generamos, y otros hechos que se encuentran fuera de nuestro horizonte de acción, pero que influyen de sobremanera en nuestra vida cotidiana. Muchas veces no conocemos algunos (incluso todos) los efectos de una decisión que tomamos, ya que existen efectos que se dan en el tiempo y que no logramos relacionar con la decisión que hemos tomado en su momento.

El rol de víctima no permite tener una clara imagen de esto, ya que las posiciones asumidas (a veces consideradas no negociables) se transforman en limitantes y perjudican así la amplitud de visión, y requieren de un gran esfuerzo (a veces incluso violento) para sostenerlas. El resultado en este caso es una persona que elige interpretar el mundo a través de anteojos, que le permiten ver una realidad cómoda y aparentemente estable, donde es necesario defenderse para no ser influido por los hechos y personas con quien comparte la realidad cotidiana.


Asumir la actitud del jugador es ampliar nuestra interpretación, permitiendo asociar hechos y situaciones, dándoles sentido y concluyendo en posibilidades de acción que nos transforman en protagonistas de la realidad en la que vivimos.

El aprendizaje es generativo, las ideas se ponen en duda y se duda de las certezas. El jugador se permite esto ya que tiene convicción y valores que lo acompañan a su paso.

Reconocernos como seres humanos, es entendernos como seres cambiantes y en un entorno cambiante. Así, el aprendizaje se encuentra relacionado con nuestra capacidad de adaptación y la manera en que sostenemos la tensión que nos presentan nuestros objetivos una vez que son planteados.